lunes, 16 de julio de 2018

Huecco, un rollazo que pa qué



Artista en permanente tránsito y en continuo aprendizaje, desde que entró en nuestras vidas ha cambiado muchas veces de género e incluso de aspecto. Muy lejano queda ya el cantante de rock con voz cavernosa. Por ahí quedaron también las rastas y hasta los kilos. Hoy tiene aspecto de hipster, pero no de esos hípsters escuchimizados que se ven en la ciudad; de hipster atlético, con buenos músculos, como corresponde a quien lleva dentro un deportista de élite, buena barba, larga y negra, el pelo casi rapado a la altura de las orejas y mucho más largo en lo alto de la cabeza. Lleva deportivas blancas, camiseta negra y esos pantalones que Piluca Iñigo llama slimfit, o sea, pegaditos a las cañas. Es alegre, sensible, simpático, empático, solidario, respetuoso, humilde confeso. Ademas es extremeño, por parte de abuelo, ese que lo llevaba a quitar fuscas, que era su manera de animarlo a ser un “rockero licenciao”. Ya han visto que lo primero que ha hecho al llegar, antes mirar al cielo con la guitarra, ha sido poner sobre la mesa una botella de aceite virgen extra de las Hurdes, que es donde encuentra su inspiración, aunque también la puede encontrar en Mexico, porque además de ser extremeño es “un enamorado de la vida y el mundo”. Y de sus músicas, claro, que mezcla con total libertad: “Si metes en una canción metes bolero heavy metal y rumba igual sale pa’ mi guerrera”.
Nos gusta escucharlo en la radio y en los discos, pero nos gusta sobre todo en el escenario: se crece, se transfigura, se viene arriba, siempre y cuando el escenario no se venga abajo, y lo menos que dicen de él sus fanes es que es “brutal”, que es justo la palabra que él ha usado para describir el concierto de anoche: brutal. En sus conciertos “es difícil quedarse quieto”, es verdad. Una fan llamada anuki, lo resume con siete palabras que entiende todo el mundo, hasta los hípsters: p
“Huecco tiene un rollazo que pa’ qué”


[Retrato en directo, en el Museo Romano de Mérida, tras entrevista en el programa No es un día cualquiera de RNE. 15.07.2018. Podcast: http://www.rtve.es/a/4664718/




domingo, 15 de julio de 2018

Raúl Arévalo, entre Sean Penn y Nerón


Dicen que se parece a Sean Penn, pero hoy, en este Museo Romano de Mérida, a mí a quien se parece es a Nerón. Por lo menos al Nerón de Eduardo Galán y Alberto Castrillo-Ferrer, que no es un Nerón cualquiera. Resulta raro verlo aquí, con chanclas de tira y camisa de manga corta, marrón, levemente estampada, muy veraniega y por encima del pantalón, recordando sus tiempos de Ikea y El Corte Inglés. Anoche lo vimos sobre un escenario de piedra embutido en un personaje con tantos tópicos encima como claroscuros, simple y complejo, infantil y monstruoso a la vez, carismático y criminal, que lo mismo le daba a las ostras que a los caracoles y lo mismo ordenaba matar cristianos que cogía la lira y se ponía a desafinar como un poseso, cosa que el actor hace “sin ningún esfuerzo”, por lo que nos cuenta. 
Aquí lo tienen. Hablando de la obra “pero procurando no hacer espoiler, que es una palabra que aquí en Mérida suena rara”. Compartiendo su fascinación por un personaje, insoportable para quienes lo rodean, que después de todo, “tampoco es tan raro, ahí está Trump”. Contándonos lo que ha tenido que estudiar “para huir de los arquetipos”. Confesando que él también tiene algo de Nerón, que lo ha descubierto haciendo este trabajo: 
“Si dejas suelto al enanito fascista que llevas dentro puedes deleitarte viendo arder una ciudad”
Se llama Raúl Arevalo. Le gusta el cine sobre todas las cosas, pero no le hace ascos, aunque ya no sea “festero”, ni al vino ni a la copla . Dicen quienes lo conocen que es un buen colega, sensible, divertido, culto, tímido. Y madridista, muy madridista.  El dice de sí mismo “Yo soy bueno, aunque a veces puedo tener algo de bocazas”. Dice también que es “obsesivo” y “pesado”, cuando toca, que con 39 años se ve “viejuno”, que desde pequeño quería ser director, que rodó el primer corto con 11 años en el corral de su abuela y desde niño tiene lazos familiares no solo con Móstoles, un bar de Chamberí y un pueblo de Segovia sino también con Mérida. Esta noche, en Mérida, dejará de ser Raúl, para volver a ser Nerón. Si pueden, no se lo pierdan.



[Retrato en directo, en el Museo Romano de Mérida, tras entrevista en el programa No es un día cualquiera de RNE. 14.07.2018. Podcast: http://www.rtve.es/a/4663994/l ]

domingo, 8 de julio de 2018

María Dueñas: Autoridad, confianza, persuasión





“Por fuera está más lozana, como le sucede a tantas mujeres de su añada; por dentro, más zen”. No lo digo yo, lo dijo, lo escribió hace unos dias en El País Luz Sánchez Mellado, que hablaba con ella al cabo de unos años, como nosotros. Y es verdad. No solo parece más lozana, sino también más delgada; y más veraniega, como pide la estación: piel morena, sandalias, pantalón blanco, camisa caqui holgada y ligera. También parece más zen, aunque alguna procesión vaya por dentro.
Cuando la entrevistamos hace tres años Aberasturi me hizo notar que tiene “voz de catedrática”, que es una voz que transmite autoridad, pero también confianza, y se convierte en persuasiva cuando viene a cuento. Ella es persuasiva, desde luego, tanto cuando escribe como cuando habla, con la sonrisa puesta y los brazos en continuo movimiento. Al escucharla dan ganas de salir corriendo a leer la historia de esas malagueñas en tierra extraña, como diría Concha Piquer, que cuenta en su novela, gente “con el corazón partío”, ya han oido, que quería prosperar, pero no rompía el cordón umbilical con su pueblo”.
Se llama Maria Dueñas, ha vendido mas de seis millones de libros, y la cifra no deja de crecer, porque esta cuarta novela “va de maravilla”. El éxito no ha cambiado su manera de ser y solo lo justo su manera de vivir: once horas de firma en Sant Jordi, otras tantas en la Feria de Madrid, un viaje Galicia, otro a Colombia, a Mexico o... a Brihuega. Cuando termine la promocion volverá a su refugio, a orillas del mar, a escuchar las risas de sus hermanas, a ver crecer sus hijos que ya pasan de los veinte e intentar convencerlos de que lean un poco mas, a brindar con un buen vino y picar un buen jamón o un buen tomate aliñado, ahora que ya van llegando los de verano, que son los buenos. Aunque su trabajo de escritora la obligue a viajar por todo el mundo, ella tampoco ha roto el cordón umbilical con su pueblo, ni con esta radio, que es la suya; habrán advertido, al ver con que naturalidad ha usado de refilón la palabra escuchantes, que ella también pertenece a esta familia. 


[Retrato en directo, en la Iglesia de San Miguel de Brihuega, tras entrevista en el programa No es un día cualquiera de RNE. 30.06.2018. Podcast: http://www.rtve.es/a/4649979/ ]


sábado, 7 de julio de 2018

Miguel Ríos es como parece















Con Miguel Ríos y la Boticaria García
que se coló en el selfie.
Buenas noches, bienvenida




Viene planchao, de azul oscuro, con vaqueros nuevos, camisa de manga larga y en lugar de cazadora, que no es tiempo, una prenda  ligera, a medio camino entre chaqueta y blusón. Es como parece:  un muchachote sano, libre, bondadoso, sensible, alegre, empático, decente. Aunque presuma de “edad provecta” no solo descubrió hace cincuenta años que el elixir de la eterna juventud está en el rock sino que se cayó en la marmita y desde entonces ahí lo tienen: sonriendo, brincando y cantando por los mejores escenarios de nuestra y nuestra existencia.
Cuando hace unos años anunció su despedida, los españoles se dividieron en dos: los que se llevaron un disgusto tremendo y los que no nos disgustamos nada en absoluto porque sabíamos que es manifiestamente injubilable y que, como nos ha dicho, tiene una “ligazón con el escenario que es difícil de vencer”; encima lo llamaron sus amigos y, ya han oido, “era una pena dejarlos disfrutando solos”. Aquí lo tienen, clavado como un roble al suelo de nuestras emociones, despertando nuestros mejores sentimientos.
Es el de siempre. El artista cercano, lúcido y crítico, pero jamás ofensivo, que nunca se olvida de defender los derechos humanos y denunciar los “comportamientos criminales”; el hermano rockero y granadino al que quiere todo el mundo. Díganme... ¿Alguna vez hay oido a alguien hablar mal de Miguel Ríos? Y es que los aliados de la noche, los hijos del rock and roll y los que todavía creemos que podemos hacer grandes cosas juntos y el mundo puede ser mejor, le estamos agradecidos. Y más ahora, que, como es doctor honoris causa, dice cosas tan esperanzadoras como ésta:
“El ser humano está mejorando”.
Y tan bonitas como ésta:
“La música es el arte que mejor te permite compartir emociones”.
Gracias, hermano Miguel
[Retrato en directo, tras entrevista en el programa No es un día cualquiera de RNE. 01.07.2018. Podcast: http://www.rtve.es/a/4651148 ]




sábado, 2 de junio de 2018

Ni María Dolores Pradera se libró de la censura




Está poco estudiado el placer que procura a los dictadores el ejercicio de la censura, el recorte de la libertad ajena hasta extremos ridículos, absurdos, extravagantes y poco rentables para quien lo lleva a cabo. En España, aunque a algunos ministros se les llena la boca con la palabra «aperturismo», la censura sobrevive incluso al dictador. No solo la censura en sentido abstracto o la autocensura vigente desde que entró en vigor la Ley de Prensa de Fraga, que traslada el problema a los editores de libros y directores de los periódicos. No: la censura de carne y hueso, ejercida por adustos empleados públicos con horario, corbata y bigote, que se ganan el sueldo haciendo cumplir la restrictiva legislación vigente para obras de teatro, cine, música y espectáculos de todo tipo que no se ajusten a la moral católica, que sigue siendo la moral oficial, y a los Principios Fundamentales del Movimiento. En el cine, la música, la radio y el teatro, los censores siguen trabajando a pleno rendimiento hasta 1977, dos años después de la muerte de Franco. En el teatro, ya sea en el estreno general o en una función específica previa, el censor ejerce como autoridad suprema: —Esa falda más abajo. —Esa frase fuera. A la censura no escapa ni María Dolores Pradera, dama de la canción que se ha metido en todas las casas de España con una de las primeras cintas de casete que se comercializan y cuyas letras se sabe todo el mundo de memoria. Mientras las gentes de buena voluntad cantan «El rosario de mi madre», los censores abordan a la cantante en la sala de fiestas Alazán, de Madrid, donde actúa. Resulta que en el repertorio incluye un vals peruano titulado «José Antonio», que Chabuca Granda dedicó a un rico hacendado de su país. —No puede ser, tiene usted que cambiar el título de esa canción. La gente puede pensar que está ofendiendo a José Antonio Primo de Rivera. —Pues Juanita Reina —contesta la Pradera, para regocijo de los músicos presentes—lleva veinte años cantando «Francisco Alegre» y ustedes no le han dicho nada… Vano intento. «José Antonio», desde entonces, en España se llama «Caballo de paso».


[Esta es una de las “333 Historias de la Transición” que cuento en mi libro con este titulo, editado en 2015 por La Esfera de Los Libros.]


domingo, 27 de mayo de 2018

Idígoras y Pachi, artistas y desahogaos


Uno con las gafas puestas, otro las gafas colgando, uno con barba, otro afeitado, los dos con buen pelo, buen acento andaluz y un inequívoco aire de familia que por algo son eso, familia, aunque no vayan juntos “ni a las bodas”. Igual alguna de las personas que leen sus viñetas desde hace un cuarto de siglo ignoraba hasta hoy que son hermanos, los hermanos Rodríguez, y que firman como Idígoras y Pachi porque “con Rodríguez no iban a llegar a ningún lado”; igual tampoco sabía que viven y trabajan en Málaga, que es un lugar estupendo para ver pasar la Historia y para ponerla frente al espejo, como hacen ellos a diario desde que de pequeños empezaron a dibujar al vecino y les decían “qué dibujo más mono” y se asomaban al mundo con los tebeos del kiosco de Félix.
Aunque el resultado sea divertido, el suyo es un trabajo muy serio y aunque digan que es “facilito” es, desde luego, muy difícil. Lo que un libro cuenta en cuatrocientas paginas y un columnista en dos o tres mil caracteres ellos lo despachan con un dibujo y unas palabras. Detrás hay muchas horas de vuelo, de reflexión, de conocimiento de este país, de su historia reciente, de su actualidad y de sus protagonistas. Añádanse una dosis de ironía, muchas de libertad y ninguna de vergüenza; porque no solo son unos artistas: ademas son unos desahogaos, que pasan con desparpajo de la crítica a la sátira y del humor blanco al cítrico, rara vez ácido pero nunca complaciente, ni siquiera con la línea editorial del medio donde trabajan.
Iban por libre, y siguen haciendo cosas por libre, pero las necesidades espaciales de la revista El Jueves los convirtieron en pareja estable. Para no meterme en líos, no pienso entrar en detalles sobre cada uno de ellos. Solo decir que el fútbol se ha perdido un gran delantero centro y la ciencia un gran psicólogo, que solo ejerció ese oficio con intensidad “durante unas dos horas”. Si tuviera que elegir yo elegiría a Pachi... y a Idígoras. Aunque les pese, aunque luego uno se vaya con su mujer y sus niños y otro con su mujer (supongo que distinta) y su tortuga, nosotros nos quedamos con los dos.


[Retrato en directo, tras entrevista en el programa No es un día cualquiera de RNE. 27.05.2018. Benalmádena. Podcast: http://www.rtve.es/a/4615278/]



lunes, 21 de mayo de 2018

Carlos Pauner, sueños de altura


Pelo negro ensortijado, barba con ribetes grises, un color de piel que da envidia a Juan Yeregui, camiseta oscura, como el pantalón; una pulserilla en la muñeca izquierda, un tatuaje en el antebrazo. Ha repetido palabras que también usa para presentarse en tuiter, sobre un eje que pilota en dos de ellas, deporte y compromiso:  “El deporte -dice- es educación, trabajo en equipo, sacrificio, tesón y conocimiento. Mi compromiso: motivación, orientación al logro y liderazgo”. Escuchándolo he apuntado alguna mas: voluntad; esfuerzo, riesgo, aguante, resistencia, ritmo, tiempo, soledad...
   Se llama Carlos Pauner y además de escalar montaña es licenciado en químicas, piloto de aviones, aragonés ejerciente y sabio, como demuestra cuando dice que hay que aprovechar la vida y una manera de aprovecharla es ir de cañas con los amigos. Desde que con quince años leyó un libro, hizo un curso de escalada y empezó a subir por Riglos, Morata, y el Pirineo aragonés, ha tenido siempre sueños de altura y los ha ido cumpliendo. “He hecho que mis sueños sean mis proyectos y mi trabajo”, explica. Y aunque alguna vez se pregunte ¿Quien me mandará, qué hago yo aquí?, de ocho mil en ocho mil ha ido pasando a la historia del alpinismo actual.
   Atrás han quedado muchos compañeros, pero delante quedan muchos sueños, como los que da rienda suelta en su fundación. Detrás esos sueños hay un hombre con fuerte carácter, pero está también el chaval al que su madre le dice “tú el caso es no tener los pies en el suelo”.  La verdad es que los tiene y por eso dice cosas que solo puede decir un caminante. Como ésta: “El camino es precisamente lo que importa, porque ese camino que comienza de niño y que no acaba nunca es lo que te hace crecer, lo que te hace valorar lo que tienes”. O esta, con la que me quedo: 
   “Atentos a las señales, porque nunca se sabe cual te va a marcar un camino en la vida”


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 19.05.2018. Podcast de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4606681/

domingo, 20 de mayo de 2018

Manuel Vilas, el abismo de la verdad


“Sonrisa facil, pelo grisáceo corto, chupa de cuero, camisa negra, vaqueros, gafas colgadas del cuello de la camiseta”, me cuenta Juan Yeregui. “Tiene 55, pero no los aparenta”, me dice la boticaria Garcia y, sabiendo de mis pasiones somontanas, añade: “le gustan las cosas de su pueblo, empezando por el tomate rosa de Barbastro”.
Para su retrato son imprescindibles palabras que se han repetido en la conversación y se repiten en su libro. La palabra padre, que en libro aparece 682 veces;  madre, que aparece 415 veces; muerte y derivados, 311; vida y derivados, 561. He apuntado al vuelo otras como nostalgia, memoria, desamparo... Y misterio, porque “la vida está llena de misterios”. Pero el retrato seria incompleto sin una palabra que en Ordesa aparece 49 veces: verdad. Manuel Vilas se ha empeñado en buscar la verdad, en asomarse al abismo de la verdad y en compartirlo, con todas sus consecuencias. El resultado es un libro que no es exactamente una novela; tiene mucho de memoria personal, de crónica, de poesía y de filosofía, empezando por la filosofía de Freud. Es literatura, en fin, esa literatura  “que nos permite dignificar la memoria” como él dice y que, añado yo después de leer su libro, nos sirve de espejo para ver lo que somos.
¿Que es Manuel Vilas? Un escritor que cree en la familia como fundamento de nuestra existencia y aprendió a planchar con tutoriales de youtube; una buena persona a la que le gustaría irse de este mundo sin haberle hecho daño a nadie; un melómano, a quien la música pone en otra dimensión y se deja romper el corazón por un Stabat Mater. Y un hombre, en fin, que apostó por sus sueños y sabe que en la vida hay dolor, pero se aferra a esa vida y como Violeta Parra, le da las gracias, por haberle dado tanto...


[Retrato en directo en el programa No es un día cualquiera de RNE. Nos presenta el libro Ordesa, publicado por Alfaguara. 05.05.2018. Podcast de entrevista y retrato:  http://www.rtve.es/a/4607739/]

domingo, 6 de mayo de 2018

Maestro Iñigo

Rodeando a Iñigo, José Miguel Viñas, Pepa Fernández, Aberasturi,  David Vicente Andueza, Diego Galán, Victoria Hernández, Carlos Santos, María Díaz y Josto Maffeo. El selfie lo hice el 9 de marzo de 2014 en un viaje a las Canarias con el programa No es un día cualquiera de RNE.


Para escribir su retrato bastaría con poner juntas las palabras más repetidas en los mensajes que nos han enviado los escuchantes de No es un día cualquiera desde que Pepa Fernández dio la terrible noticia de su muerte, que acababa de conocer, el sábado 5 de mayo a las ocho y media de la mañana.
Unos hablan de Directísimo, de Estudio Abierto y de Uri Geller doblando cucharas, recordando de paso que José María Iñigo fue el primer personaje de la vida pública española capaz de hablar inglés fluido y que traía de Londres músicas y maneras desconocidas hasta entonces; otros tiran de referencias más recientes, como Eurovisión, el espacio gastronómico de TVE o sus secciones en la radio, desde Chupa la gamba hasta ¡Hablemos español, leche!.
Todos repiten los mismos términos: grande, voz, comunicacion, respeto, talento, amigo, maestro... Subrayo los dos últimos, sintiéndome afortunado por haber gozado de su amistad y haber aprendido de su magisterio, que en su dimensión profesional (era también maestro en las cosas de la vida) pueden certificar los técnicos de RTVE: delante del micrófono y de la cámara era el mejor; se crecía, se transfiguraba, resplandecía, se convertía por ensalmo en personaje aunque ese día la persona estuviera cansada, aburrida, hambrienta o enferma.
Era el mejor, sí, pero lo extraordinario es que haya sido el mejor durante tantísimo tiempo. Porque Iñigo fue Iñigo, con toda su popularidad a cuestas, durante más de cincuenta años. Ahora que ha muerto, con 75, consuela pensar que estuvo activo hasta el final, que entre quimio y quimio seguía viviendo a tope (trabajos, viajes, amaneceres, sonrisas, conversaciones, afectos) y que, menos mal, no ha tenido que afrontar el doloroso deterioro físico que se le venía encima, más doloroso todavía para quien, como él, ha sido joven todos los días de tu vida. Y buscando ese consuelo imposible, también me sirve el tuit de un escuchante:

“¡Joder, qué manera de empezar la mañana, mierda! ¡Por lo menos ahora estará con Labordeta!”



jueves, 3 de mayo de 2018

Josu Ternera rectifica 40 años tarde








[Capítulo de mi libro 333 Historias de la Transición, La Esfera, 2015]




            LOS JEFES DE LA BANDA DECIDEN SEGUIR MATANDO

“De todas las cosas que pasan en estos años, una tiene más trascendencia que todas las demás: en otoño de 1977 ETA se pasa por el forro de la txapela una amnistía que se había hecho a su medida y decide seguir practicando la «lucha armada». Todo va conforme al devenir de la historia, todo es imparable, menos eso: ETA decide seguir matando. Nada influirá tanto como esa decisión en la vida de los vascos y los demás españoles, durante las décadas posteriores. Restará libertad a los ciudadanos, entorpecerá el desarrollo social y económico de Euskadi y condicionará la agenda política del Estado durante más de treinta años. Además de quitar la vida a novecientas personas, empobrecerá la de cuarenta millones, con un recorte efectivo de sus libertades. La decisión de seguir matando, intensificando incluso la actividad letal y ensanchando el espectro de víctimas (primero, representantes de la represión franquista, luego funcionarios de uniforme, después jueces, periodistas o ingenieros, más adelante cualquiera) tiene efectos colaterales inmediatos: alimenta los sentimientos más cavernícolas de la caverna, impide que se pueda pedir cuentas por los crímenes de la dictadura (mal se puede reclamar por crímenes pasados en el fragor de los crímenes presentes) y da argumentos a quienes intentan impedir el desarrollo democrático. Todo ello después de propiciar una ley del perdón encubierta: en las negociaciones con los nacionalistas para que los etarras salgan de la cárcel, el gobierno aprovecha para meter una cláusula que impide que entren en prisión funcionarios, autoridades y policías. La Ley de Amnistía del 15 de octubre de 1977 afecta a «todos los delitos de intencionalidad política, sea cual fuere su naturaleza, cometidos con anterioridad al 15 de junio de 1977». Quienes la han pactado se convencen a sí mismos de que deben pasar página sobre las atrocidades cometidas por los dos bandos desde la Guerra Civil, que ese día, dicen, termina para siempre. Pero a los jefes de ETA todo eso les importa un pimiento. Al revés: lo entienden como una muestra de debilidad del Estado al que combaten. Están envalentonados. Tienen organización, apoyo económico y algunos, con formación política maoísta, creen en la unidad popular, la guerra revolucionaria, el movimiento nacional de liberación y la toma del poder por las armas. Se opondrán a ese Estado con «fuerza militar», crearán estructuras de apoyo y… seguirán haciendo lo que saben. Con doscientos atentados y más de noventa asesinatos, el año 1980 será el más sangriento de su historia, metidos ya en una ofensiva en regla contra la democracia. Tardarán mucho tiempo en admitir que por ahí no van a ningún lado, que la nave de la democracia es más sólida que la de la dictadura y que nada le hará torcer el rumbo. Domingo Iturbe Abasolo (Txomin), José Antonio Urrutikoetxea (Josu Ternera), José Miguel Beñaran (Argala), Ansola Larrañaga (Peio el Viejo), Juan Ramón Aramburu (Juanrra), Isidro Garalde (Mamarru), Múgica Garmendia (Pakito), Lasa Mitxelena (Txikierdi), Eugenio Etxebeste (Antxon) y Arrieta Zubimendi (Azkoiti) son los miembros de la dirección de ETA militar que en otoño de 1977 adoptan la decisión: seguir matando. La historia los juzgará.”








miércoles, 2 de mayo de 2018

Final Infeliz

Para mí el personaje no es Cristina Cifuentes, cuyo final político, que intenta prolongar con un escaño, ha sido mucho más triste de lo que podían imaginar sus peores enemigas y enemigos (el lenguaje inclusivo viene al caso, créanme). Mi personaje es la periodista Raquel Ejerique, que firmó las primeras informaciones sobre los claroscuros curriculares de Cifuentes.
Cerrado el episodio, conforta confirmar que el periodismo sirve para algo pero también alivia advertir que los periodistas que lo destaparon han salido indemnes. Los primeros días, cuando la señalada y la universidad se revolvieron con uñas y dientes, llegó a ser preocupante la situación de esos colegas, que por cuatro gordas buscan verdades en medio de un lodazal.
No me alegra el final infeliz de Cifuentes, que comparada con quienes han guardado durante siete años su video de casquería es Teresa de Calcuta, pero celebro que triunfe la lógica: todos podemos equivocarnos y mentir, pero un político no puede empecinarse en el error y la mentira. Ojalá aprendamos (todos) la lección y volvemos a valorar la trasparencia como elemento sustancial de la democracia.
Los más viejos del lugar recordarán a Bravo de Laguna, un diputado canario que en 1986 tuvo que dimitir cuando en unos almacenes de Londres lo pillaron con un pijama sin pagar. Fue un escandalazo. Todavía entendíamos la verdad como un valor democrático.
Lástima que no hayamos sido siempre tan exigentes con los comportamientos públicos, empezando por el robo a gran escala. Basta con mirar alrededor. Mientras estamos hablando de un máster y dos perfumes, otros siguen montando “chiringuitos” (Isabel Gallego dixit) y poderosos ladrones andan sueltos. 

[Publicado en 20MINUTOS. 02.05.2018]

domingo, 29 de abril de 2018

Carme Riera, entre letras


Podría retratarla como la recuerdo, cuando me daba clases en la universidad de Bellaterra y no leíamos sus libros porque todavía no había publicado ninguno...el primero lo publicó en 1974 o 1975, o sea que estamos hablando de la prehistoria. Era jovencísima, mucho más joven de lo que son hoy su hija María o su protagonista, Elena; menuda, ágil, con los ojos grandes y la mirada ancha que podría ser triste o tímida pero nunca esquiva, con las ideas claras y una seriedad y un rigor que nunca fueron incompatibles con la ironía y el humor, ese humor “que nos salva de todo”.
Podría retratarla con letras. Con esa ene minúscula que es ene de niña, de nieta, de novela o de sillón de academia. O con la letra i que es la inicial de imaginación y de investigación, ingredientes importantes en sus libros. El retrato también podría empezar con una e, primera letra de educación pero también de excrecencia, que es una palabra fea . O con la letra ele, con la que empiezan lengua, literatura, libro, lector y lectura.  O con pe, que es la inicial de la palabra palabra, que a su vez nos devuelve al inicio del alfabeto porque, como ella suele decir, “la palabra es acción”.
He apuntado algunas de las palabras que ha repetido en esta conversación y entre ellas está precisamente literatura, lector y libro, pero también otras que empiezan con ce: criterio, crítica, cancamusa, cautela, conciencia, culpa, creación... Y con a de amistad. Y de autor.  Y con te de teatro, “que es lo único que no se piratea”, dice. Y con uve de venganza y de verosimilitud.
He apuntado también algunas frases como ésta: “Un escritor tiene que escribir con cautela, porque los lectores son mas listos que el”. O ésta: “Somos unos inadaptados, algunos más que otros”.
Se llama Carme Riera, piensa que “las lenguas son como cristales que te permiten ver el mundo”, se acuesta con sus personajes, pelea por los derechos de los creadores, le gustan los retos y -eso lo sabemos desde hoy- escucha este programa. O sea, que no solo es una persona con muchísimos talentos sino también con exquisito gusto. 


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 29.04.2018. Audio de entrevista y retrato: http://rtve.es/a/4586359 ]

Sanchís Sinisterra, en la aldea gala de Lavapiés


Es un joven de 77 años, camino de los 78, con ideas jóvenes y con voz joven, como han podido advertir ustedes que además habrán advertido su vocabulario, su sintaxis, su dicción, su cadencia perfecta. Qué bien habla, ¡pero qué bien habla este señor!
Leí en una biografía de agencia que es “de naturaleza inquieto” y esta conversación nos lo ha confirmado A los diez años escribía novelas de ovnis, hombres prehistóricos y piratas... Lleva sesenta ya en “esta absurda profesión, trabajando con fantasmas, con sombras”, moviéndose “en el mundo de la imaginación pero con el cuerpo, con otros, compartiendo”, ha dicho, subrayando el verbo compartir.
Sigue estudiando, permanentemente, porque “los genios no necesitan estudiar, pero los mortales tenemos que estudiar para no anquilosarnos”. “Por muchos años que lleves en el trabajo no puedes vivir de rentas -dice-. Las rentas, en el terreno artístico, son mortales”. “Hay tantas cosas por investigar, por cambiar, por mover y le queda a uno tan poco tiempo que hay que aprovecharlo....” 
Oyéndolo hablar de los problemas actuales, de esa “realidad que no es lo mismo que la actualidad” y de su trabajo, me parece que es una fuerza de la naturaleza a la que nunca conseguirán parar ni las dos hijas ni los cardiólogos. Es “un optimista patológico” pero es también un resistente nato, que lucha en un desierto cultural con las armas del conocimiento y la creación. Es Astérix, parándole los pies a los romanos desde la aldea gala de Lavapiés.
Es uno de los autores mas representados y mas premiados del teatro español contemporáneo; sus obras llevan muchas décadas en escena, pero uno quisiera verlo también en el Congreso, en el Senado, en la Real Academia, qué se yo. Necesitamos mas gente como él. Está en la Historia, pero  ademas está donde quiere estar: en el teatro. Por muchos años.


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 21.04.28. Audio de entrevista y retrato: http://rtve.es/a/4585468 ]

domingo, 22 de abril de 2018

Paolo Angeli, Mediterráneo destilado


Aunque nosotros no creemos que esté loco, como creían sus paisanos cuando veían lo que quería hacer con un instrumento tradicional, como artista y como persona parece inclasificable. Desde luego, es imposible despacharlo con una sola etiqueta porque Paolo Angeli es muchas cosas a la vez y todas las ejerce con intensidad: es sardo, es músico, es cocinero (nos lo ha recordado en el último instante); es navegante, como recuerda siempre con sus camisetas de rayas horizontales de marinero ruso (quince tiene iguales); es investigador, que comparte con entusiasmo los resultados de sus investigaciones ,y es un viajero constante al que, como nos ha dicho, le “encanta perder las rutas”.
Si pones su nombre en internet lo encontrarás en páginas de jazz, de pop, de músicas del mundo o de vanguardia. Si escuchas su música verás que es del siglo XXI pero antes ha pasado por otros muchos siglos y, desde luego, por muchas tierras y muchas aguas. La música de Paolo Angeli es mediterráneo destilado pero cuando atraviesa el Atlántico le habla de tú jazz y cuando pasea por Centroeuropa dialoga con los clásicos con naturalidad y cuando se sube a un escenario compite con soltura con las músicas comerciales y el público sale encantado quizá porque, como nos ha dicho, “la parte visual es como una llave para entrar en una música muy compleja”.
Esa musica suya es la prueba de que los mejores caminos para llegar lejos son aquellos por los que ya han andado otros, que el conocimiento se construye sobre el conocimiento y el arte se crea sobre el arte; en su caso sobre un arte y unos conocimientos de los que tuvo primera noticia en su propia casa. A partir de ahí no ha hecho otra cosa que trabajar para seguir aprendiendo y descubriendo, sin olvidar nunca a los maestros ni a quienes él mismo llama “los grandes”.
Habla mucho, habla bien, y repite palabras como viaje, emoción, música. De su disco dice que  “es un directo imperfecto” y que tiene “la humanidad del directo”. Esa sensación de humanidad en directo es la que hemos tenido escuchándolo.  


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 21.04.18. Audio de entrevista y retrato  http://www.rtve.es/a/4576420/ ]

sábado, 21 de abril de 2018

Javier Fesser, Luminoso



Los primeros trazos del retrato me los da hechos una persona que no es de las que van por la vida regalando elogios, Arturo Pérez Reverte; ayer vio Campeones y lo ha contado en un tuit:
“Disfruté mucho en una sala llena que al final aplaudió con entusiasmo. Es atrevida, sin complejos, tierna y muy divertida”.
La Infanta Elena, a la que no es habitual oír hablar de asuntos mundanos, definió la peli con una palabra: “fabulosa”.  
Lo que vale para la película vale para su director que es atrevido, sin complejos, tierno, divertido y también fabuloso, en las dos acepciones del termino, la que tiene que ver con la fantasía y la que tiene que ver con “lo extraordinario” que es lo ordinario en quien de pequeño estudiaba en una escalera o se metía en un seiscientos con otros diez miembros de la familia.
Viste pantalón corto, camiseta y zapatillas deportivas, pero no es por moda: es porque lo hemos sacado de la pista de pádel. Viéndole las canillas, ya que las trae a la vista, se advierte que el deporte no es para él una actividad ocasional. Barba y pelo gris, gafas azules, ojos verdes, manos grandes con las que todo el rato está haciendo ejercicio, a lo largo de la conversación he apuntado algunas conceptos que maneja: Emoción. Honestidad. Novedad. Equipo. Riesgo. Persona. Abrazo. Y otros que son evidentes: Sensibilidad, curiosidad, ternura, humanidad. He apuntado también alguna frase. “La vida te va poniendo cosas delante”. “La normalidad es aburrida” “El Ego es una discapacidad brutal que los protagonistas de campeones no tienen en absoluto”.
No he visto todavía Campeones, pero recordando otras películas suyas, como Camino o el Milagro de P. Tinto a los adjetivos que ya le hemos puesto, añadiría otro: luminoso. Si Javier Fesser es capaz de hacernos reír y llorar, es porque con su trabajo, que Aberasturi ha calificado de “importante”, ilumina los recovecos mas insospechados de nuestra existencia y de nuestra convivencia. Se agradece.

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE donde nos presenta su película #Campeones. 15.04.2018. Audio de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4566710/ 



domingo, 15 de abril de 2018

Cristina García Rodero, Cabeza y corazón


Aunque la frontera del arte sea “muy débil” y esté “hecha de pequeños detalles”, escuchando a Cristina García Rodero o asomándose a su obra queda claro que una cosa es la fotografía y otra es hacer clic con un móvil, por muchos píxeles que tenga.
Todos podemos hacer “fotos estupendas”, como ella dice muy amablemente, pero el suyo es un arte hecho de conocimiento y sentimiento o, por usar sus propias palabras, “de cabeza y corazón”. Desde hace “cuarenta y muchos años” ejerce el oficio de mirar, intuir, observar, distinguir y -en eso se parece al periodismo- separar el grano de la paja, lo trascendente de lo trivial, lo vital de lo pasajero. En sus fotos está la Historia con mayúsculas contada mediante historias con minúsculas, “con el mayor respeto y el mayor cariño hacia personas con quienes la vida ha sido muy injusta”.
No seré yo quien se atreva a retratarla a ella en dos mil caracteres con espacios. Solo decir que lleva pantalón oscuro y holgado, blusa clara, igualmente holgada, gafas de montura muy ligera y un reloj (pequeñito, de pulsera plateada, nada deportivo) en la muñeca izquierda. A primera vista podría parecer locutora de radio, conservadora del museo del Prado, maestra, qué se yo; pero no, no es una mujer que intimide con su presencia ni parece sacada de una peli de Indiana Jones ni tiene la tópica pinta de aventurera que uno podría suponer en quien cuenta con su cámara la realidad escondida en los rincones más remotos y en los más dolorosos del planeta.
Afable, bondadosa, sonriente, tímida confesa, es una prueba andante de que “la fuerza está en la cabeza” y en la capacidad de “ser exigente con uno mismo”. Quienes la conocen dicen que además de ser muy trabajadora es muy generosa (Gorka Zumeta acaba de decírmelo ahora mismo, en un guasap). Ella dice de sí misma que es “de lágrima fácil” y que de Antonio López aprendió “la honestidad” y la necesidad de “sentir lo que estás haciendo”. En su diccionario, el sustantivo honestidad y el verbo sentir conviven con palabras como libertad, sonrisa, felicidad o amor. “Yo fotografío con amor”, nos dice. Nosotros, que somos directos beneficiarios de ese amor, se lo agradecemos.

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE.

Museo Del Prado, 14 de abril de 2018. Podcast entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4565790/

viernes, 13 de abril de 2018

Raúl Rodríguez, Tres en uno



Al principio era el hijo de Martirio, lo que para muchos de nosotros es un titulo de grandeza, pero ahora también hay quien dice que Martirio es la madre de Raúl. Son ya veinticinco años haciendo música, investigando y creando, o, como él diría, “dando vueltas al potaje”. Es la prueba sonante de que no hay buen árbol sin buenas raíces, en plural, porque entre esas raíces está el arte “sin etiquetas” de Martirio, pero también el de Silvio, el de Kiko o el de los hermanos Amador; están el flamenco, el rock andaluz e incluso “la contracultura del Andévalo”, pero también las músicas africanas, las americanas, las de ida y vuelta y las que él va encontrando en sus muchas idas y venidas. Su obra es la confluencia natural de músicas sin fronteras, que un día sonarán desnudas y otros con la chispa eléctrica de un instrumento tradicional, el tres, al que él ha dado dimensiones cósmicas.
Se llama Raúl Rodriguez, es ciudadano del mundo y del Betis, ve la musica “como un valor de uso, no como un valor de cambio” y dice que “es el territorio donde todos somos libres”. Viste con abrigados tonos negros y grises pero rompe el compás, o lo completa, con una gruesa bufanda de colores que a media distancia parecen peruanos. Había pensado en rematar este retrato con unas soleares, por aquello de las raíces, pero escuchándolo y escuchando sus canciones, decidí improvisar una décima, una estrofa que nació en España, y hoy es mas americana que española, pero... acabo de darme cuenta de que me han salido once versos, o sea, que me he metido “en un puchero”, en “un potaje tremendo” y siguiendo su estela he inventado un género; la décima de once versos.

Bético intercultural
Afro-flamenco, cubano
Andaluz, americano
Eléctrico y radical
Perdido sentimental
Amigo de sus amigos
Y curioso empedernido
Raúl es como lo ves:
Va buscando la verdad
Con la rara trinidad
De ser uno con un tres

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 31.03.2018. Audio de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4555283/ ]


domingo, 8 de abril de 2018

José Carlos Plaza, Maestro


Pelo blanco, ojos claros, mirada viva y casi siempre sonriente, para ahorrar trabajo al retratista viste todo de negro: camiseta, camisa jersey, cazadora, pantalón y zapatos. Lleva una hora sentado, incluida la sección de latín que escuchó muy atento y, ya han oido, “como ciudadano español” nos agradece. Que esté sentado es noticia; tiene fama de no estar nunca está quieto, de andar siempre de acá para allá, desplegando y repartiendo energía. Mientras habla hace apacibles  movimientos con las manos, sin despegar los codos de la mesa.
En su diccionario se repiten palabras como libertad, cultura o justicia, expresiones como “ser humano”, y verbos como hablar, escuchar, emocionar o mirar, aunque sea en el metro, que usa habitualmente. Otra palabra común en su vocabulario es música. “Yo vengo del mundo de la opera”, ya han oído. Lo han llamado audaz e incluso radical (una palabra que viene de raíz y a algunos les suena mal y a otros nos suena muy bien) pero la palabra que mas veces le dedican es maestro. Convencido de que el conocimiento es imprescindible para la libertad, siempre ha transmitido los que han estado en su mano y ha mostrado su agradecimiento -hoy a vuelto a hacerlo-  a quienes le transmitieron los suyos, como Willian Layton.
Como piensa que “ser actor es lo mas importante del mundo” se  pasa la vida enseñando a jóvenes actores, que no es fácil ni puede hacerlo cualquiera porque “el teatro conlleva una técnica dificilísima”. Ciudadano ejerciente, que por la primera huelga de actores llegó a conocer la temible DGS del franquismo, se queja de “ese nuevo dictador que es el dinero” y denuncia que “estamos en un momento malo para la libertad de expresión y pensamiento”.
Dice de sí mismo que es “un viejo que tiene todavía eso que se llamaba vocación”. La ejerce desde que  sus padres le regalaron un teatro, hace casi tres cuartos de siglo. Y lo que le queda, porque... “mientras los jóvenes actores me sigan mirando con respeto y cariño, de aquí no me mueven ni con agua caliente”.

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 31.03.2018. Audio de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4546533/ ]